Declaración artística
Desde muy joven sentí la necesidad de expresarme a través del arte, y más concretamente, de la fotografía y la imagen. Es una necesidad visceral, como si mi alma necesitara gritar y su lenguaje fuera el arte.
Por eso siempre tuve una cámara en mis manos, para retratar mi entorno y transformarlo en imágenes; para explicar todo aquello que me fascina, me preocupa o me conmueve; para explicar la belleza; para transmitir aquello que me asombra o aquello contra lo que me rebelo; para poder comunicar.
Mi técnica y mi sensibilidad mientras estoy en proceso de creación se han vuelto más puras después de mirar una y otra vez a través del ocular de la cámara... hasta encontrar mi propia voz.
Siempre me ha fascinado el collage y la investigación de lo nuevo. Tener la fotografía en mis manos, poder tocarla, manipularla y transformarla, me llevó a la técnica de la transfotografía. Reutilizar fotografías antiguas de otros fotógrafos, manipularlas y reinterpretarlas son mis formas de volver a hacer visible lo que ya era invisible, de dignificar lo que el hombre había arruinado; es mi manera de viajar en el tiempo, de transformar, de transmutar, de transfigurar y de trasladarnos a una nueva realidad.
Fotografías, papel de acuarela, pegamento, agua, hilo y tela; no necesito nada más para pasar horas en mi estudio, en mi propio mundo, transformándome.
Fotógrafos como Avedon, Friedlander, Brassaï, Lartigue han sido mis referentes, así como artistas femeninas como Mary Cassatt, Louise Nevelson, Annette Messager o Fabianne Verdier. También me han influido artistas como Torres-García o Arman, y los collages de Picasso y Miró siempre me han dejado sin palabras.
Arte... pintura, fotografía, escultura, cine, teatro, poesía, música... todos alimentan mi alma, siempre hambrienta de más.
Mi alma grita: ¡¡¡Me muero de hambre!!!